Las expresiones vertidas por el Presidente Bush sobre el idioma en que se debe cantar el himno estadounidense son solamente las últimas de una serie de situaciones tristes donde se ha podido observar que el sentimiento latente de resentimiento hacia los inmigrantes, está a punto de ebullición, y no solamente en Estados Unidos.
Es que los problemas de la inmigración (ya sea de hispanos hacia EE.UU, o de árabes en Europa) se parecen mucho. Por un lado está el problema lingüÃstico. Podemos entender como algunos norteamericanos se sientan “invadidos†en sus espacios: en la cafeterÃa donde hace poco se hablaba inglés, ¡ahora a veces se habla solo español! Podemos entender que un himno nacional se aprecie en su “versión originalâ€, pero, ¿no es la versión castellana un tentativo de apropiarse de ese patrimonio cultural y participar de él? Y si fuera asà (como creo), ¿no serÃa ése un buen ejemplo de civilización?
Para no hablar de los problemas causados tÃpicamente por las distintas costumbres y culturas que de pronto se tocan y deben interactuar. En los años de la gran emigración italiana no era raro, en negocios de otros paÃses, ver un letrero con la frase: “Prohibido el ingreso a perros e italianosâ€; frase, ésta, celebrada (en su versión antisemita) con gran ironÃa en la pelÃcula “La vita è bellaâ€.
Lo que Bush no entiende (al igual que todos los que quieren “proteger†un lenguaje de las influencias migratorias) es que no existe nada que evite que los lenguajes evolucionen, precisamente en la dirección en que se mueven los flujos migratorios. El latÃn se dividió en idiomas distintos en cuanto el imperio romano colapsó y la provincia tomó más importancia que el centro. En breve, la población hispana de los Estados Unidos será en número mayor que la anglosajona. Desde aquel momento, ¡habrá poco que “proteger†al inglés!
Lo mismo (el fenómeno no es puramente lingüÃstico) ocurre con algunas voces europeas que se quejan de la presencia árabe o islámica en el viejo continente. Oriana Fallaci habla de Eurabia, y dice literalmente que, como los inmigrantes árabes procrean a un ritmo tres o cuatro veces mayor que el europeo (que es prácticamente cero), en breve se “adueñarán†de todo el continente, y nos desplazarán.
Bueno, ¿y si asà fuera? ¿Queremos olvidar que el primer “melting pot†fue precisamente la cuenca del Mediterráneo?
Nuestros hijos están frente a un mundo en grave crisis. DeberÃamos enseñarles que no es imposible entender las distintas culturas “en vivoâ€, y apreciar las distintas voces, y, a veces, también las peleas. Que no es fácil entender los problemas migratorios y las culturas de quien es muy distinto, pero no por eso menos importante, que nosotros. También debemos enseñar a cuidar de las manipulaciones mediáticas y populistas: el Islam es muy distinto al que nos presentan CNN y algunos gobernantes árabes. Y, como ocurrió ya, tiene mucho que aportar a “nuestra†civilización. Quizás serÃa éste el momento mejor para dejar de hablar de “civilización occidentalâ€.