¡Bienvenid@s a la virtualidad real! Primera pregunta sobre abismos:
¿De qué forma la tecnología crea abismos o une a los seres humanos?
Creo que dependa de la tecnología. Hay tecnologías que ni modo de verlas positivamente. Tecnologías que matan, bombas o cohetes inteligentes. “Las pistolas no matan” dirían los defensores de la armas. “Matamos los seres humanos”. Cierto, pero sigo considerando esas tecnología con una valencia casi exclusivamente negativa.
Por otro lado, tampoco podemos ser naïve o demagógicos: las tecnologías siempre tienen dos caras; el problema viene cuando nos damos cuenta, usualmente tarde, de los aspectos menos inocentes. Contaba Neil Postman sobre el reloj, tecnología para alabar y orar a Dios y luego, esencial instrumento para controlar el trabajo, esencia misma del capitalismo. Contaba también de la imprenta, y de como los primero libros (¡Biblias!) no llenaron de felicidad a la gerarquía eclesiástica.
Sin embargo, hay tecnologías que por su esencia tienen una función de unir, más que de separar: se trata de las tecnologías de la conexiones, las redes, Internet. (No tenemos dudas del dualismo de esta tecnología también: ¡nació en los años 60 del Pentágono!)
Dice Manuel Castells: “Bienvenido al mundo de la virtualidad real”. Y efectivamente, él acaba de mostrar (confirmando muchas investigaciones hechas alrededor del mundo) que Internet “no aisla y no aliena… e incrementa la sociabilidad de las personas en todas las dimensiones de la vida.” Los que utilizan Internet demuestran ser más sociables, tienen más amistades, más intensidad de las relaciones familiares, más riqueza comunicativa y más participación ciudadana, entre otras cualidades.
Sin embargo, las élites de poder y las personas mayores a menudo rechazan la tecnología y cultura que ya vive en los jovenes. Aparentemente, el poder no soporta la idea de perder el control de la comunicación…
Por otro lado el poder constituido (por ejemplo, los estados) ya ha perdido bastante ese control. En las telecomunicaciones, las redes celulares inalámbricas han suplantado casi, en los países en vía de desarrollo, a las redes de telefonía fija, eliminando para siempre el monopolio estatal en las comunicaciones. Eliminando una barrera concreta, abriendo una infraestructura para el comercio, el diálogo, la vida.
Internet y la Web (en particular, la Web 2.0) son tecnologías que unen, que crean conexiones dónde no existen, y que amplifican el diálogo dónde existe. Como toda tecnología, crean oportunidades nuevas para mañana. Lo lindo es que no tenemos la menor idea, hoy, de qué oportunidades serán. ¿Cambiar el estilo de la lectura? ¿De la escritura? ¿Cambiar el estilo de enseñanza? ¿Cambiar la esencia misma de la enseñanza?
No sabemos. Pero sí sabemos que las tecnologías Web 2.0 se llaman “sociales” por una razón: efectivamente unen gente y las ponen a interactuar. Ahora bien, es cierto que se está creando un abismo entre esta generación de nativos de la Web y los demás. Esta brecha se colmará un poco en cuanto la telefonía celular converga hacia Internet (¡ya lo está haciendo!) y no quedarán reservas para no utilizar Internet en el autobús o en el salón de clase. A propósito de clases… también allí hay una convergencia curiosa: de la educación “tradicional” hacia el e-learning, la práctica educativa fuertemente basada en Web, a distancia o presencial. Estas convergencias nos ayudan a eliminar ese abismo.
Sin embargo, ¿no es verdad que entre generaciones siempre hay abismos? ¿Y que hasta cierto punto, eso es normal?